En política, un refrán popular sostiene que “para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta.” Es decir: si se va a confrontar a adversarios políticos, es imperativo no ofrecer flancos vulnerables. Adeudos fiscales, relaciones prohibidas y cualquier otro asunto inconfesable son vulnerabilidades que pueden ser explotadas a escala personal.
En este turbulento 2025, a esta máxima se suma la imperante necesidad de una ciberseguridad y resiliencia robusta a escala nacional.
Desde la víspera de la entrada oficial de Suecia en la OTAN, el 7 de marzo de 2024, los ciberataques se han intensificado en sus gobiernos municipales, los sectores de salud y educación. En junio de 2025, las ofensivas han escalado a ataques coordinados de denegación de servicio distribuido (DDoS) dirigidos a objetivos estratégicos e instituciones de gran envergadura. Entre estos se incluyen el Servicio Público de Televisión (STV), diversas entidades bancarias y un servicio clave de identificación digital. En consecuencia, Suecia enfrenta lo que su Primer Ministro, Ulf Kristersson, ha calificado como una "nueva y más peligrosa realidad”.
La lección para las naciones de Latinoamérica, si optan por asumirla, es la imperiosa necesidad de elevar su ciberseguridad y resiliencia. Ello en un entorno geopolítico que demanda alineamientos y obliga a definir posturas estratégicas.
Saludos cordiales,
David Taboada
🌐 State of Cybersecurity 2025 | CompTIA
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